DOS GOTAS DE AGUA – Two Waterdrops

La situación es extremadamente grave. Las opulentas industrias contaminan la vida con los crímenes de su codicia…

Por Antonio Arjona

La situación es extremadamente grave. Las opulentas industrias contaminan la vida con los crímenes de su codicia. La muchedumbre desayuna tinta verde y servidumbre. El cielo es ocupado por la noche eterna coronada por una luna grande y escarlata. El viento, envenenado hasta quedar paralizado. Tan solo, en los bosques, la maleza es presa de un movimiento animal, convulsivo y continuo, el feroz instinto que se abre paso a dentelladas entre los escombros del presente.

Mares y océanos son dominados por el plomo y la pólvora de innumerables guerras. La tierra, yermos en los que se siembra el hambre y la desgracia. Cada ciudadano arroja al medio ambiente y contra sus semejantes de tres a cinco kilos de basura diarios. Las drogas, ya no son un estímulo para la imaginación o una forma de indagar en el alma, sino auténticas sustancias letales. El amor es un personaje que balbucea en las tramoyas de Hollywood. El sexo se vende enlatado en exclusiva para anoréxicos y bulímicos.  Los libros fulgen en las inquisitivas hogueras de los cobardes. Los museos son convertidos en sombríos almacenes que albergan la obra atroz o pusilánime de los hijos de la debilidad y la vileza. Durante un tiempo la música resiste a los tiempos esquilmados, pero al final tan solo es mero chisme que circula de boca en boca. La indiferencia se estructura como máquina infalible contra todos y contra todo. El trabajo es una broma cruel de los dioses de la riqueza y el desprecio. Hombres y mujeres olvidan el lenguaje de las manos y del valor. Los niños se arrojan a los acantilados del terror con lápices rotos en sus incipientes manos. Los cuadernos mojados navegan a la deriva en las sacramentales aguas de las pilas bautismales, donde se lava las manos la infame providencia.

Nadie sabe, quién o qué gobierna el mundo, ni siquiera se vislumbran las máscaras del tirano. Las fronteras se edifican con acero y hormigón, con odio y miedo, por los obreros que obedecen a las fantasmagorías del capitalismo amable y a los traidores de la libertad. El cerebro es constantemente vigilado por la desoladora ignorancia desde los panópticos del poder. La voluntad, tose y escupe sangre, enferma por la total e irreversible ausencia de imaginación.

Un hecho posterior contribuye a que la situación se resuelva. Una atávica maldición de ancianas borrosas, acerca de dos gotas de agua adiestradas para la destrucción por el poderoso rayo de la tormenta final, cobra realidad. Una gota cae transparente y mortal, y el mundo queda hecho añicos. La otra, cargada de furiosas fuerzas barre la ruina. Todo es silencio, forjado por el brazo de hielo de la muerte. En las arrasadas mesetas del futuro deambula Prometeo con una cruz de ceniza en la frente.

El Valle de Mo. Durante las crecidas del capitalismo.

antonioyarjona@gmail.com


Primera fotografía: La Tierra atrapada en una gota de agua, Markus Reugels

Segunda fotografía: rabian_640


By Antonio Arjona

The situation is extremely serious. Wealthy industries pollute our lives with the crimes of their greed. The crowd eats green ink and servitude for breakfast. The sky is occupied by an eternal night, crowned with a scarlet full moon. The wind is poisoned until paralyzed. Solely, in forests, weeds are prey to convulsive and continuous animal movement, the fierce instinct that bites its way through the rubble of the present.

Seas and oceans are dominated by lead and gunpowder from innumerable wars. The Earth is a wasteland where hunger and misfortune are sown. Each citizen throws three to five kilos of garbage into the environment and against their peers daily. Drugs are no longer a stimulus for the imagination, or a way of inquiring into the soul, but real lethal substances. Love is a character that babbles in Hollywood plots. Sex is sold in cans, exclusively for anorexics and bulimics. Books glow in the inquisitive bonfires of cowards. Museums are turned into gloomy warehouses that shelter the atrocious or cowardly work of the sons of weakness and vileness. For some time, music resists these depleted times, but in the end, it is just a mere gossip that circulates by word of mouth. Indifference is structured as an infallible machine against everything and everyone. Manpower is a cruel joke of the gods of wealth and contempt. Men and women forget the language of hands and courage. Children throw themselves off the cliffs of terror with broken pencils in their fledgling hands. Wet notebooks drift in the sacramental waters of baptismal fonts where the infamous providence washes hands.

Nobody knows who or what rules the world, not even the masks of the tyrant are glimpsed. Borders are built with steel and concrete, with hatred and fear, by workers who obey the phantasmagorias of amiable capitalism and the traitors of freedom. The brain is constantly being watched by bleak ignorance from the Panoptics of power. The will coughs and spits blood, sick from the total and irreversible absence of imagination.

A later event contributes to the situation being resolved. An atavistic curse of some blurred old women, about two waterdrops trained for destruction by the powerful lightning of the final storm, comes true. A waterdrop dribbles, transparent and deadly, and the world is shattered. The other waterdrop, charged with furious forces, sweeps away the ruin. All is silence, forged by the icy arm of death. Prometheus wanders with a cross of ash on his forehead on the scorched plateaus of the future.

The Valley of Mo. During the floods of capitalism.

antonioyarjona@gmail.com


Translation: Mar Martínez Leonard

First picture: Waterdrop, Markus Reugels

Second picture: OverHumm

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Seminario Menor de la Inmaculada 1953 – 1959

Por Jerónimo Martínez González

Estamos en una de las aulas que dan a poniente. El sol empieza a perderse sobre las cumbres del Cerro de San Cristóbal y la Alcazaba, el barrio alto, el edificio bajo y alargado de las Hermanitas de los Pobres y la tapia que separa el Seminario Menor de la huerta que cuida Salustiano y el camino que lleva a la gruta y al campo de fútbol. Esta tarde de otoño, Don Arturo Medina nos habla de la poesía a un grupo de alumnos de varios cursos. Está cayendo la tarde y alguien han encendido las bombillas de la clase. Tenemos un pick-up y Don Arturo nos va poniendo discos con poemas recitados. Nos pone el “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” de Federico García Lorca:

“A las cinco de la tarde. / El cuarto se irisaba de agonía/ a las cinco de la tarde. / A lo lejos ya viene la gangrena/ a las cinco de la tarde./ Tromba de lirio por las verdes ingles/ a las cinco de la tarde.”

Don Arturo le pide al que está más cerca del interruptor que apague la luz. Quedamos en la penumbra mientras se apagan los resplandores del poniente y la voz ronca de Nati Mistral sigue diciendo el poema:

“¡Que no quiero verla! / Que mi recuerdo se quema/ ¡Avisad a los jazmines/ con su blancura pequeña!”

Todos sabemos que la compañera de Don Arturo, Celia Viñas, ha muerto hace unos meses muy poco tiempo después de casarse, cuando lo que creían que era el embarazo de un hijo resultó ser una enfermedad mortal.

El poema dice el dolor de Federico García Lorca, pero también el dolor de Don Arturo Medina y el dolor de todos nosotros, nuestro propio desamparo.

Don Arturo y otros como él me han abierto las puertas de maravillosos, inmensos territorios: la palabra dolorida de ese poema o la de la “Elegía a Ramón Sijé”, o la palabra exquisita de Juan Ramón Jiménez, o la atormentada de Blas de Otero. El mundo de la música, cuando oíamos “La condenación de Fausto” de Berlioz en una habitación aledaña al comedor en el Seminario de Verano. El teatro, como con nuestras representaciones de “El cartero del Rey” de Rabindranath Tagore, o “La hidalga del valle” de Calderón de la Barca.

Y el latín, siempre el latín, esa máquina de expresión perfecta que ha marcado nuestra manera de pensar y nuestra manera de decirlo. Y Héctor, domador de caballos, y el prudente Ulises, y Aquiles, el de los pies ligeros, héroes de nuestra adolescencia.

Todo lo mucho que me ha dado la cultura se inició o se consolidó en aquellos años del Seminario Menor de Almería, en que yo empezaba a conocerla y a sentirla a la vez que despertaba a la vida. No olvidaré a los que me llevaron de la mano hasta aquellos territorios.

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Imagen de http://www.clasica2.com

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